miércoles, 19 de agosto de 2009

Vivamos en Luz y Seamos Luz


Lucas 11:33-36 (Nueva Versión Internacional)


33 »Nadie enciende una lámpara para luego ponerla en un lugar escondido o cubrirla con un cajón, sino para ponerla en una repisa, a fin de que los que entren tengan luz.34 Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. 35 Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad.36 Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz.»


Es Jesús quien está hablando en este pasaje, y pienso que el mensaje está bastante claro y preciso. El Señor nos muestra mediante esta comparación que la luz de nuestro cuerpo son nuestros ojos. Nuestra luz espiritual ciertamente es nuestra visión, la cual usamos para ver todo aquello en lo cual nos fijamos ya sea que nos edifique o no; osea lo bueno y lo malo. Nuestro cuerpo debe ser modelo de lo que es tener una vida espiritual sana y de lo que es ser un buen discípulo de Jesús.


Si permitimos que por nuestros ojos entren cosas que no nos edifican ni le agradan a Dios, nuestro espíritu se aflige y nuestro cuerpo lo modela con acciones no agradables. Nuestro cuerpo refleja lo que nuestros ojos reciben. No podemos pretender ser luz para alumbrar en las tinieblas si lo que entra a nuestro cuerpo por medio de nuestros ojos son tinieblas.


La luz de los hijos de Dios debe de estar sobre la mesa, lista en todo momento a alumbrar a aquellos que desean salir de las tinieblas a la luz. Muchas veces así como dice este pasaje en el versículo 35 podríamos pensar que la luz que pensamos que estamos irradiando es la correcta. Es por eso que cada día debemos pedirle al Señor que nos examine así como David le pedía que lo examinara y viera si había en él camino de perversidad. Debemos mirar día a día nuestro corazón y examinarnos nosotros mismos para estar seguros que verdaderamente es la luz de Cristo la que estamos mostrando al mundo.


Seamos lámparas llenas de luz a un mundo en tinieblas. Que lo que miren nuestros ojos sean aquellas cosas que nos edifiquen y nos hagan crecer cada día más como discípulos de Jesús. Que podamos lograr reflejar con nuestros cuerpos que todo lo que entra por nuestros ojos es luz y no tinieblas. Que nuestras vidas sean unas radiantes y llenas de iluminación para todo aquel que necesite luz en medio de su oscuridad. Dios te bendice.


Enid Damaris Zamora ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.