martes, 18 de agosto de 2009

Amor Incalculable


Juan 3:16-17 (Reina-Valera 1960)

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.


El amor de Dios por la humanidad es tan grande que aún sin ser merecedores del mismo él lo mostró sacrificando a su Hijo Jesús por todos nosotros. La frase "de tal manera" muestra que ese amor es un amor que no se puede medir, un amor infinito del cual no somos dignos por nuestra naturaleza pecaminosa. Pero Dios es un Dios de amor y misericordia, que nos entregó a Su único Hijo para que fuéramos salvos y más aún, poder llegar hasta su Lugar Santísimo en adoración.


Dice el versículo 17 que Jesús no fue enviado al mundo para condenarlo, sino para darle vida por medio de su salvación. Dios es tan misericordioso que no hizo excepción entre su pueblo judío y el resto de la humanidad. Esa salvación fue y es para todos y su sangre derramada nos limpia de todo pecado.


La misión de Cristo en este mundo fue glorificar al Padre por medio de todas las cosas que hizo, pero su misión más importante fue mostrarnos el gran amor del Padre al cargar todas nuestras culpas y dolencias en la cruz del Calvario. Todo por cuanto podamos pasar en esta vida, lo pasó Cristo primero en aquella cruz. Es por eso que él conoce cada lágrima que podamos derramar en medio de nuestras pruebas y cada dolor que podamos sentir en medio de nuestras enfermedades.


Jesús quiere darte vida. Él desea que sepas que él es el único que realmente conoce tu corazón y que si le clamas con fe, él te responderá. No hay pecado más grande que otro pecado, no hay categorías para los pecados, y no importa cuán indigno te puedas sentir, si tan sólo crees en tu corazón que él es el Hijo de Dios el cual murió por ti en la cruz, recibirás su perdón, su Espíritu Santo para consolarte y fortalecerte y una Vida Eterna en Cristo Jesús.


Este evangelio es real y verdadero. La sangre de Cristo es vida y él puede hacer que de un vaso viejo y roto se forme una vasija nueva y útil en sus manos. ¿Deseas sentir paz en tus tormentas, deseas sentir ríos de agua pura en medio de tus sequías? Sólo cree que él salva, vive y reina y recibe su salvación.


Si eres una persona que ya tienes el privilegio de gozar de una vida plena en Cristo Jesús, te invito a que no te quedes callado. La cosecha hace tiempo que ya está madura y este mensaje de salvación hay que pregonarlo. Levántate y anuncia todo lo que Dios ha hecho contigo. Para esparcir esta semilla lo único que necesitas es un corazón dispuesto y lleno del amor de Dios, de lo demás se encargará él. Dios les bendice rica y abundantemente.


Enid Damaris Zamora ©


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.