jueves, 20 de agosto de 2009

La Semilla Bien Sembrada da Buen Fruto


Proverbios 22:6 (Reina-Valera 1960)

6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Esta es una de las promesas bíblicas más hermosas que Dios les ha dado a cada padre y a cada madre. La Palabra de Dios es verdadera y fiel y yo puedo dar testimonio de ser fruto de esta promesa gracias a Dios y su infinito amor. Tuve el privilegio de nacer y crecer en un hogar cristiano, en donde fui instruida por mis padres en los caminos del Señor. Crecí viendo como mis padres honraban al Señor y le servían, viendo su compromiso y dedicación hacia Dios y la iglesia. Gracias a Dios le doy por mis padres que sembraron en mí esa semilla y por su misericordia que ha estado presente en todo momento de nuestras vidas. Para lo gloria y honra del Señor puedo testificar de sus grandezas y agradecerle por unos padres que me enseñaron el temor (respeto) a Dios, la obediencia y lo que es servirle a él y hoy día esa promesa es una realidad en mi vida, pues ya estoy un poco “viejita” y a él gracias le doy que me he mantenido fiel en su camino.

¿Pero, qué sucede cuando esa semilla ha sido sembrada en el corazón de un niño y llega el momento que quizás en su juventud y adultez vemos que se encuentra apartado del camino? Dice la Palabra de Dios que el enemigo (Satanás) vino a matar y a destruir, y él va a buscar todas las maneras posibles de adueñarse de las emociones y los pensamientos de estos jóvenes que quizás no teniendo la madurez espiritual necesaria desvían su mirada del fundamento ofrecido en su hogar, debido a un sin número de circunstancias que hoy día podemos visualizar en nuestra sociedad.

La buena noticia para estos padres que han sembrado esa semilla y hoy día sus hijos se encuentran alejados del Señor es que la Palabra de Dios no miente, es verdadera, justa y fiel. Cada ser humano es un ser único y especial, con emociones, situaciones, vivencias a las cuales yo llamo “historia” y muchas veces se hace necesario pasar por ciertos procesos para crecer y madurar. Lo importante de esto es, que Dios escucha las oraciones de los padres y que esta promesa de Proverbios 22:6 es real. Y que esa semilla que fue sembrada germinará para gloria y honra de Dios y el fruto será bueno. Así que si eres una madre o un padre que estás empezando a criar a tus hijitos, te invito a que seas obediente a esta Palabra y verás la bendición de Dios sobre tus hijos, tus nietos y todos los demás que Dios te permita ver.

Esa semilla que fue sembrada en mi corazón germinó para gloria y honra de mi Dios, al cual le agradeceré eternamente haber nacido en el hogar que nací. Para aquellos que no tuvieron este privilegio, hay esperanza, pues nuestro Dios es un Dios de amor y misericordia y hoy desea que decidas andar en ese camino y siembres también esa semilla en tu corazón y en tu hogar.

Tengo dos hijos hermosos, uno de 11 años y otro de casi 10, y me siento la madre más feliz del planeta al saber que esa semilla que yo recibí de mis padres la he sembrado en ellos, los he puesto en las manos de nuestro Dios y sé que serán hombres sanos y felices y llenos del amor de Dios y que cuando vengan los momentos difíciles en sus vidas, sabrán en dónde buscar refugio pues a su corta edad ya ellos reconocen hacia dónde tienen que mirar…. hacia las alturas, hacia su Padre celestial quien no los deja y los cubre con sus alas de amor.

Instruir a nuestros hijos en los caminos del Señor es enseñarles a amar a Dios por sobre todas la cosas, a reconocer que él envió a su hijo Jesús a morir por sus pecados y a darles vida eterna. Es enseñarles a perdonar a los que los hieren, a ser misericordiosos, a ser discípulos del Señor y a servir a sus semejantes y a amarlos como a ellos mismos.Todas estas cosas y muchos valores más que encontramos en la Palabra de Dios, ayudarán a forjar su carácter como el de Jesús. Sembremos en nuestros hijos el mensaje de Vida, Amor y Esperanza que es en Cristo Jesús y veremos que los frutos serán buenos, serán de primera calidad para que puedan disfrutar de una vida plena. Dios te bendice.

Enid Damaris Zamora ©

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