domingo, 2 de agosto de 2009

Nuestra Oración a Dios




1 Juan 5: 16 y 17 (Nueva Versión Internacional)


14 Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.



Cuando terminé la escuela superior, tenía sueños, metas y objetivos que había yo propuesto en mi corazón, pero que ninguna manera había puesto en las manos de Dios. No oré pidiendo dirección y me moví hacía lo que yo como persona había decidido. ¡Error! Mi camino se desvió por completo de lo que Dios quería para mí. Mis padres oraban y clamaban a Dios y con sus consejos trataban de dirigirme pero yo no los escuchaba. Mi primer año de universidad fue terrible, conocí gente muy linda pero no me sentía satisfecha con lo que hacía, ¿Oré a Dios? No, seguí tratando de solucionar mi vida yo solita. Hasta que no pude más, busqué orientación, ore a Dios y escuché la voz de mis padres, entonces y solo entonces entendí cual era mi vocación y lo que debía hacer para conseguirlo. ¿Por qué traigo esto? Hoy día soy Maestra de Educación Especial, amo mi profesión y amo a mis estudiantes, ellos han sido mis maestros y me han enseñado el verdadero significado de la palabra amor y me han enseñado el poder de la oración.

En momentos difíciles en la sala de clases, cuando parece que todo está perdido siempre alguno de mis estudiantes en su sencillez y aún con dificultad me han dicho, Maestra vamos a orar. En ese momento, todos los que estamos en el salón nos tomamos de las manos y alguno de ellos dirige la oración pidiendo a Dios intervención en el momento de crisis, dolor o tristeza. ¡Que lección tan grande! Estudiantes con discapacidad orando a Dios con todo su corazón para que establezca su reino en una sala de clases. No se avergüenzan de tomarse de las manos y orar estén donde estén, muestran una actitud de respeto y adoración al entregarle a Dios la situación a través de la oración.

La Biblia nos da ejemplos del poder de la oración, nos muestra la manera de orar cuando los discípulos le dicen a Jesús, “Señor enséñanos a orar” (Lucas 11: 1-4) (Mateo 6: 9-13), Jesús entonces les enseña el Padre Nuestro, no como una oración repetitiva, sino una oración de todo corazón, mostrándonos tal cual somos y derramando ante Él nuestro corazón, alma y espíritu. Dice la Biblia que Dios conoce y sabe todo lo que necesitamos antes de que lo pidamos (Mateo 6: 8).

Cuando oramos es necesario que exaltemos el nombre de Dios, que entendamos que estamos estableciendo comunicación con nuestro Padre. La base de nuestra relación con Dios es esa, Él es nuestro padre, no un Dios lejano que no escucha. Tenemos que creer que Dios nos escucha y que nos va a dar lo que pidamos, siempre y cuando sea su voluntad para nuestras vidas. Al orar no usemos palabras repetitivas, ni hablemos por hablar, oremos moviéndonos hacia lo que queremos, pidiendo con sencillez de espíritu y con claridad de pensamientos. Recuerden, Dios sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos.

En nuestra oración debe estar siempre presente la alabanza y la adoración a Dios. La adoración a Dios es la llave que abre las puertas del cielo en el momento de la oración, Isaías 22: 22 nos dice “Sobré sus hombros pondré la llave de la casa de David; lo que él abra, nadie podrá cerrarlo; lo que el cierre, nadie podrá abrirlo”.

En la oración a Dios debemos establecer su reino (Venga a nosotros tu reino – parte del Padre Nuestro). Cuando establecemos el reino de Dios, le estamos permitiendo establecerse en nuestras vidas, le estamos diciendo establece tu dominio en mi vida. Si algo tiene que ser sacado, si algo impide la bendición, al ser establecido el reino de Dios, tiene que salir. El reino de Dios se mueve cuando clamamos por el.

Cada día tenemos que presentarnos a Dios en oración. Al levantarnos en la mañana debemos dedicar tiempo para la oración a Dios. Presentarnos ante el Padre en actitud de adoración. La guerra de hoy debemos presentarla en oración y lectura de la palabra. Esto nos dará las armas para lo que nos depara el día. Comenzaremos disfrutando de la presencia de Dios en nuestras vidas y dispuestos a dejarlo actuar en todas las situaciones que podamos vivir durante el día.

La oración nos permite establecer una comunicación directa con nuestro Creador. No hay discapacidad, tristeza, alegría, condición social o económica que nos impida orar y acercarnos a Dios. Lo que necesitamos es la disposición y necesidad de comunicarnos con nuestro Padre. Y Él, que está en los cielos nos escuchará, atenderá nuestra voz y nos dará lo que pidamos en oración.

¡Bendecidos!
Por: Débora E. Portalatín Rosario

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