domingo, 23 de agosto de 2009

Viendo con el corazón lo que los ojos aún no ven


Hebreos 11:1 (Reina-Valera 1960)

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Juan 11:40 (Reina-Valera 1960)
40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Muchos de los procesos por los cuales pasamos en nuestras vidas conllevan dolor, soledad, confusión y hasta amargura. Pero hay una gran diferencia entre pasar a través de esos procesos por nuestra propia cuenta y pasar por ellos bajo el amparo de Dios.

Dios desea que toda nuestra confianza y nuestra fe estén puestas en él. Dice Hebreos 11:1 que la fe es creer que todo lo que esperamos ver aunque no lo veamos físicamente es un hecho en el nombre de Jesús, es saber que eso que estamos esperando y que aún no vemos está hecho. Muchas veces como seres humanos que somos nos desesperamos durante la espera de ese milagro o de ese sueño que estamos esperando y muchas veces si no nos mantenemos firmes y agarrados del manto de Jesús, nuestra fe pudiera menguar y podríamos hasta renunciar a todo lo que soñamos y anhelamos e incluso hasta a aquello que Dios nos ha prometido y aún no llega.

Para poder ver todo eso que esperamos en nuestras vidas hace falta perseverancia y comprender que el tiempo de Dios no es igual que nuestro tiempo y que cuando pensamos que él se ha olvidado de nosotros y guarda silencio es cuando más está trabajando en nuestras vidas. Dios desea enseñarnos muchas cosas durante ese periodo de espera. A nadie le gusta esperar y si había alguien desesperado en esta vida, esa era yo. Pero a través de los procesos por los cuales he tenido que pasar, he desarrollado paciencia y tolerancia. ¿Cómo? Teniendo un corazón dispuesto a dejar que Dios trabaje conmigo, confiando en que la obra que él comenzó la va a terminar y manteniendo mi mirada en él.

A veces muchos de los milagros que estamos esperando son imposibles si los vemos con nuestros ojos carnales. Es entonces donde realmente tenemos que activar nuestra fe. Para Dios no hay nada imposible. Él puede convertir un corazón de piedra, en uno de carne. Él puede restaurar un hogar destruido que ante los ojos del ser humano no tiene esperanza, él puede restaurar la relación de un padre que ha maltratado a su hijo. En fin, para Dios no hay nada imposible. ¿Cómo se logra todo esto? Buscando día a día el rostro del Señor, confiando sinceramente y de corazón que él lo puede hacer, entregándole a él nuestras emociones y nuestra mente para que sea él quien los domine y teniendo la confianza de que él está con nosotros en todo momento.

Dios tiene un plan perfecto ya hecho para nosotros desde entes de nacer, él nos formó desde el vientre de nuestra madre (Salmo 139:13) y aunque no entendamos muchos de los procesos dolorosos por los cuales a veces es necesario que pasemos, todo tiene un propósito. Él nos dice en Jeremías 33:3 que si clamamos a él, él nos mostrará cosas grandes y ocultas que no conocemos. Hay miles de promesas en Su Palabra que nos confortan y nos hacen ver que nuestro Dios es Poderoso y Verdadero y todas ellas son nuestras.

Nuestro Dios nos ha prometido ir delante de nosotros y no desampararnos, sólo necesitamos ser valientes y creer que él cumplirá su propósito en nosotros. Así que confiemos plenamente en él, que nuestra fe sea tan grande que mueva las montañas y que podamos ver con nuestro corazón y nuestros ojos espirituales lo que aún los físicos no pueden ver. Declara con tu boca lo que estás esperando. Tu milagro viene de camino, mantente firme y disfruta tu victoria. Dios te bendice.

Enid Damaris Zamora ©

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