domingo, 9 de agosto de 2009

Jesús Calma la Tormenta


Marcos 4:39


39 El se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: ¡Silencio! ¡Cálmate!
El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.

En el capitulo 4 del libro de Marcos Jesús habla a la multitud a través de parábolas. Hablaba en parábolas al pueblo que le escuchaba y luego a solas les explicaba a sus discípulos el significado de cada una de ellas. En Marcos 4:33-34 nos dice, 33Y con muchas parábolas semejantes les enseñaba Jesús la palabra hasta donde podían entender. 34 No les decía nada sin emplear parábolas. Pero cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo.

Así que en este capitulo al cual se hace referencia habla al pueblo sobre la Parábola del Sembrador, Parábola de una lámpara en una repisa, Parábola de la semilla que crece y por último la Parábola del grano de mostaza. Cada una de estas trae una enseñanza espectacular para el pueblo y a través del tiempo siguen trayendo enseñanza y bendición a la casa de Dios.

Sin embargo lo que hoy nos toca cada fibra del corazón y espíritu es la forma en que Jesús calma la tempestad. Dice la Biblia que Jesús les pide a sus discípulos que crucen al otro lado. Dejan la multitud, se apartan, había sido un buen día para Jesús y los discípulos pero, en la noche se desata una tempestad. En medio de la tempestad Jesús dormía tranquilamente, me imagino que el cansancio físico era tanto que lo venció, no podemos olvidar que vino a la tierra como hombre. Jesús no sintió miedo, tenía su confianza puesta en Dios El Padre. Así que dormía tranquilamente porque dependía totalmente del Padre. Su actitud revelaba la gran confianza que tenía en su padre. No así sus discípulos, ellos sintieron gran temor, imaginemos el momento, la noche oscura, el mar, la tempestad, los discípulos con mucho miedo, la barca llenándose de agua y Jesús durmiendo. Muy probablemente los discípulos nunca pensaron que esto les podía pasar a ellos estando en compañía de Jesús, en ese momento estarían perturbados, espantados y terriblemente angustiados. Es por eso que le gritan, dice la Biblia que GRITAN – Maestro ¿no te importa que nos ahoguemos? Jesús se levanta y con autoridad y poder ordena al viento y al mar que se calmen y dice la Biblia que todo quedo completamente tranquilo.

Hay momentos en la vida que todo parece derrumbarse, los problemas al igual que una tempestad se agolpan uno tras otro tratando de destruirnos física y espiritualmente. No encontramos salida ni solución por ningún sitio. En medio de la situación no acudimos a Dios con prontitud, tal parece que lo dejamos que duerma. Confiamos en nuestras fuerzas para buscar solución, cuando tenemos a Dios de nuestro lado. Con sólo reconocer nuestra condición ante Dios y pedirle su ayuda, él escuchará nuestra oración.

Se viven días muy difíciles, momentos terribles que trastocan nuestros sentimientos, sin embargo, hoy Dios le dice a nuestra tempestad ¡Cálmate! ¡Silencio! Dios te dice hoy: ¡Estoy aquí para consolarte, apoyarte y darte la victoria! ¡Descansa en mí!

No hay que tener miedo ni espíritu de cobardía en 2 Timoteo 1:7 dice: Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía y miedo sino de poder y autocontrol. Que palabra tan poderosa, no hay que temerle a la tempestad, tenemos la confianza que nuestro Padre tiene el control de todo y esta pendiente siempre de nosotros. No existe tempestad, problema, circunstancia o situación que Dios no pueda calmar. Con sólo dos palabras llena del poder del Padre Dios Jesús calmó la tempestad; ¡Silencio! ¡Cálmate! Su autoridad y confianza en el Padre obraron para que todo estuviera en calma y paz. Hoy nuevamente, el Dios que traspasa los tiempos le habla a nuestra tempestad con la misma autoridad y el mismo poder ¡Silencio! ¡Cálmate! Descansemos en Dios que en su momento nuestra tempestad va a ser calmada para siempre. No tengamos miedo, declaremos victoria en medio de toda circunstancia, pues Dios está a nuestro lado siempre.

Nuestro Rey y Señor a través de su palabra nos da la seguridad de que siempre está a nuestro lado, que no hay circunstancia que Él no pueda vencer. En el Salmo 46:1-3 nos dice: 1 Dios es nuestro amparo y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; 3 Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. ¡Dios siempre, siempre, siempre nos cuida! Recordemos ¡Dios calma la tempestad!

Bendecidos



Por: Débora E. Portalatín Rosario ©

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