martes, 15 de septiembre de 2009

Ser Fuerte


Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la manada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. Habacuc 3:17-19

Los lugares altos de los cuales habló el profeta Habacuc se podrían comparar en algunas ocasiones con los problemas, sufrimientos y tiempos difíciles. Pero declaró que Dios le había dado pies como de cierva para escalar esos lugares altos. Un ciervo es un animal capaz de escalar montañas de piedras de brinco en brinco sin dificultad alguna.

La voluntad de Dios para nosotros, es que cuando venga la dificultad a nuestro camino no seamos intimidados ni nos asustemos. Para poder ser victoriosos, debemos crecer en Su Palabra hasta el punto de que cuando vengan esos tiempos difíciles no estemos asustados sino desafiados por ellos. Y esto es así porque durante estos tiempos es que crecemos. Si miramos hacia atrás en nuestras vidas, nos daremos cuenta que nunca crecimos durante tiempos fáciles, sino durante los difíciles. Pero qué bueno es saber que durante los tiempos fáciles podemos disfrutar de lo que hemos ganado durante los difíciles.

Dios desea restaurarnos a nuestra posición correcta en autoridad. Nacimos destinados para el trono y no para las cenizas de la vida. Aunque nos falte el sustento diario, aunque no podamos ver con nuestros ojos humanos lo que queremos ver, debemos de regocijarnos en el Dios de nuestra salvación, porque si creemos con fe y vemos con el corazón nada nos faltará.
El enemigo se levanta día a día en contra de nosotros, tratando de intimidarnos y atacándonos por donde más vulnerables podemos ser y por donde más nos duele. Pero en Cristo Jesús tenemos el poder y la autoridad de aplastarlo como lo que es, un gusano, un derrotado que no tiene ni parte ni suerte en nuestras vidas porque somos más que vencedores por la sangre de Cristo.

Te invito a que reclames tu herencia y aprendas a caminar en tus alturas, creyendo en tu corazón que el Dios te tu salvación te hará escalar tus montañas. Ponte el manto de alegría y regocíjate, porque aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos y todo te sea quitado, Jehová tu Dios estará contigo y suplirá todo lo que te haga falta. Fortalécete como el ciervo y da brincos de alegría, escala tus alturas y apodérate de ellas. Dios te bendice.

Por: Enid Damaris Zamora ©

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