domingo, 20 de septiembre de 2009

¡Quietos!



Salmo 46:10
Quedaos quietos, reconoced que yo soy Dios.

Hace varios días Dios me inquieto con este versículo del salmo 46. Sin saber que esta semana sería sacudida por una gran prueba. Anoche mientras meditaba y lloraba por todo lo ocurrido vino a mi mente el Salmo 46:10 “Quedaos quietos, reconoced que yo soy Dios”. No pude más que agradecer a Dios por su misericordia y amor, en el momento más terrible y cuando la oscuridad parecía arroparme, Dios vino a consolarme, ¡Gloria a Dios!

Antes de acostarme a dormir, en medio de un gran dolor, sentí una paz inmensa. Una paz que sobrepasaba mi entendimiento y que agradecí a Dios inmediatamente. Mientras dormía, escuche una voz que me decía “Lee en la Biblia, busca las cualidades o características que distinguieron a Esteban”. Dije, ¿okey, ahora qué? Dios tenía y tiene para mi algo especial, quería hablar a mi vida y hoy quiero compartirlo contigo.

Tan pronto desperté busqué la Biblia y leí en Hechos, Capítulos seis y siete la impresionante Historia de Esteban. Muchas veces había oído hablar de este hombre pero confieso que nunca presté mucha atención. Luego de que los discípulos recibieron el Espíritu Santo comenzaron a predicar el evangelio a todos. Eran tantos los creyentes que los discípulos necesitaron nombrar a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de Sabiduría para que ellos le ayudaran en servicio a las viudas y propagación del evangelio. Esteban fue uno de estos siete escogidos. Dice la Palabra de Dios, que Esteban era un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, hombre inteligente que predicaba la palabra con gran poder. El libro de los Hechos dice que “Realizaba grandes prodigios y señales milagrosas en medio del pueblo” (Hechos 6:8). Tanta era la sabiduría y el Espíritu con el que hablaba que cuando unos individuos trataron de discutir o argumentar algún con él, no pudieron resistir su sabiduría. Así que esa gente de corazón duro, levantaron calumnias y blasfemaron en contra de Esteban diciendo “hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios”, logrando agitar al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley, fue llevado ante el Concilio, para ser juzgado. Pero saben que, aunque levantaron falsos testimonios dice la Palabra en Hechos 6:15 “Todos los que estaban sentados en el Consejo fijaron la mirada en Esteban y vieron que su rostro se parecía al de un ángel”, estaba lleno del Espíritu Santo y su fe traspasaba más allá de los límites terrenales. Estuvo quieto, reconociendo quien era su Dios, su mirada estaba puesta en Dios. Esteban fue sabio al tomar la palabra y les habló de la historia del pueblo judío, diciéndoles desde el tiempo antiguo la nación judía no ha querido oír a los profetas que Dios ha enviado y ahora han rechazado y matado al más grande mensajero de Dios, Jesucristo. Rápidamente todos los que allí estaban se enfurecieron y rechinaron sus dientes en contra de Esteban. Ese momento fue espectacular porque inmediatamente dice la palabra en Hechos 7:55 y 56 “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios. – ¡Veo el cielo abierto- exclamó-, y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios!”. Enfurecidos gritaron airándose contra él, lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta morir. Mientras lo apedreaban el oraba y pedía que Dios perdonara a aquellos que lo estaban matando.

Hoy aprendí una tremenda lección, nosotros los Hijos de Dios debemos tener cualidades muy parecidas a las que tenía Esteban. Esteban fue juzgado por amor a Dios, por ser un hombre lleno del poder y la sabiduría que Dios le dio. Sin embargo y aunque se levantaron falsos testimonios en contra de él, no negó a Dios, se mantuvo en fe y mirando hacia Dios. Esteban al igual que todos los hombres y mujeres de Dios de los que hemos leído en la Biblia sufrieron por causa del evangelio ¿pero sabes qué? Tuvieron su recompensa, vieron como en medio de la angustia, el dolor y el sufrimiento Dios les dio nuevas fuerzas para sobrepasar todo obstáculo y vencer en el nombre del Gran Yo Soy, Dios eterno y poderoso.

Cualidades como las siguientes te ayudarán en tu caminar por la vida, te fortalecerán en el momento de angustia y te serán de bendición en el momento escogido por Dios para ti:
• Sabiduría e inteligencia espiritual
• Hombres y mujeres de fe
• Estar llenos del poder de Dios
• Hablar con la verdad
• Mantenerse en la verdad
• Hombres y mujeres de oración
• Estar quietos
• Perdonar a los que te hacen mal
• Vivir para Dios
• Que se te note en tu rostro y conducta que eres un hombre o mujer de Dios.

El que tengas a Dios en tu corazón y le adores en espíritu y verdad no te exime de sufrimientos, mentiras, dolor, traición, todo lo contrario serás probado para pasar a un próximo nivel espiritual, alcanzarás tu bendición y verás la gloria de Dios. Pero en ese momento en que todo parece derrumbarse ante ti, en ese momento que sientes y sufres porque te han traicionado, Dios te dice “estad quietos porque yo estoy contigo”. Ya la batalla se ganó en la Cruz del Calvario, no te angusties, no sufras, Dios está contigo y no te dejará. El Salmo 42:10, nos da una esperanza tremenda y también nos reconforta en medio del huracán que se ha levantado en nuestra contra “Quedaos quietos, reconoced que yo soy Dios”. Si reconocemos que Él es Dios, sabemos que no hay porque temer, llorar o sufrir. Dios se encargará de todo. ¡Y todo es todo!

Levantemos nuestra mirada al cielo, pidamos a Dios en oración. Dice la Palabra de Dios “clama a mí y yo te responderé”, hagámoslo entonces, pidamos en fe, la situación no puede, ni es más grande que nuestro Dios. Él nos oirá y contestará nuestra petición. Grande es Dios y eterna su misericordia, no quites tu mirada de Él y verás como todo cambia a tu favor.

¡Bendecidos y en Victoria con Jesús!
Por: Débora E. Portalatín Rosario

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