miércoles, 9 de septiembre de 2009

Paternidad Espiritual



1 Corintios 4:16-17

16 Por tanto, os exhorto: sed imitadores míos. 17 Por esta razón os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, y él os recordará mis caminos, los caminos en Cristo, tal como enseño en todas partes, en cada iglesia.


Hace algunos meses mi papá, él que Dios escogió para darme vida, amarme y protegerme sufrió una cirugía en la que removieron su tiroides. Estuve con él en todo momento, cuando lo llevaron a la sala de operaciones, sentí un dolor muy profundo, ya mi viejo tiene 70 años así que aunque es una persona muy fuerte y saludable sentí miedo. En ese instante me agarré de mi Dios y le pedí su intervención inmediata, tanto para mi padre que estaba siendo sometido a una cirugía como para mi madre, mis hermanos y para mí, el miedo no proviene de Dios. Fueron muchas horas las que estuvimos lejos de papi físicamente. Cuando por fin el Doctor vino a donde estábamos y nos dijo que el viejo estaba bien y que todo había salido bien, dimos gracias a Dios y obvio la alegría volvió a nuestros rostros y corazón. La familia estaba allí juntitos, esperando a que nuestro padre saliera de sala de cirugías para por fin reunirnos con él. Saben, cuando por fin pude ver a mi padre, tan indefenso en aquella cama mi corazón se estremeció, en ese momento pensé cuantas veces él me ha necesitado y yo por estar ocupada no he podido ayudarlo, cuantas veces se desveló por mí al estar enferma, cuantas veces se quedó sin un centavo para dármelo a mí, cuantas veces lloró por yo no seguir sus consejos, cuantas veces intercedió ante Dios para que tuviera misericordia de mi. ¡Que amor tan perfecto el de mi padre! En ese momento en que lo observaba no pude más que darle gracias a Dios por mi padre, porque realmente es un padre excelente.

En ese preciso momento Dios trajo a mi corazón y mente a mi padre espiritual, mi Pastor. Sentí como Dios ponía en mí un amor especial por mi familia pastoral. Y no es que no los amara, pero sentí en ese momento un amor especial, sentí un amor de hija por su Padre Espiritual y por lo tanto por toda la familia pastoral.

Sí, tenemos un padre terrenal, aquel que desde bebecitos nos cuidó pero también tenemos un padre espiritual. Es aquel que Dios llamó, separó y escogió para ser el Pastor de la Casa en la que servimos. Es aquel que Dios escogió para sembrar en nosotros la semilla del evangelio. Es aquel que nos ama con un amor especial, que se desvela por nosotros, que sufre cuando ve que sufrimos y que ora e intercede a Dios por nosotros en todo momento. Es aquel que nos cuida desde bebecitos espirituales y que constantemente le pide a Dios por vernos crecer y madurar en nuestra vida espiritual.

El concepto de Paternidad Espiritual está establecido en la Biblia desde los tiempos de Moisés. Recordemos que Dios escogió a Moisés como líder del pueblo para sacarlo de la esclavitud y llevarlo a la tierra prometida. Imaginen que honor tan grande ser escogido por Dios, pero al mismo tiempo imaginen cuanta responsabilidad, dirigir a un pueblo de miles de personas a confiar en Dios, en su provisión y a respetar y honrar los estatutos de Dios. ¿Hubieses tu aceptado ese llamado?

Al igual que Moisés, existen otros hombres de Dios que ejercieron como Padres Espirituales, entre estos:
1. Elías & Eliseo - Dios mandó al profeta Elías para ungir a Eliseo como profeta. Cuando Elías encontró a Eliseo, él tiró su manto sobre Eliseo. Entre aquel tiempo y 2 Reyes 2, cuando Elías fue llevado a los cielos, Eliseo quedo con Elías, y le servió. Entonces recibió la "doble porción" del espíritu del Elías para ser profeta después de Elías.
2. Pablo y Timoteo - En 1 Timoteo, Pablo habla de la continuación de la obra que dejó con Timoteo para que él la completará. Pablo había pasado tiempo con Timoteo, al bautizarle, circuncidarle, instruirle, y ministrar con él. Entonces, cuando fue el tiempo justo, envió a Timoteo para ministrar solo, mientras continuaba su relación con él de padre e hijo.
3. Jesucristo y sus Discípulos – Los discípulos caminaron junto a Jesús durante el tiempo que estuvo y que ministró en la tierra. Durante aquel tiempo, vemos en los evangelios que Él les enseñó, contestó sus preguntas, conversó con ellos, y, adémas, les dio la oportunidad de ministrar. Entonces, cuando resucitó, los ungió y los bautizó en el Espíritu Santo para continuar con la obra que él había empezado.
Estos hombres de Dios estuvieron pendiente a sus hijos espirituales en todo momento, los discipularon, los amaron y los cubrieron bajo sus alas para entrenarles y capacitarles para el ministerio que Dios les había llamado a hacer. También dieron ejemplo de su madurez espiritual y de su carácter. Su vida espiritual fue ejemplo para sus hijos y de gran motivación.

Vengo de una familia de Pastores y he visto como trabajan en la obra de Dios. He vivido como lloran e interceden en todo momento por sus hijos espirituales. Dejan de ser de ellos mismos para convertirse en instrumento de Dios y viven para servir, amar y cuidar con amor a las personas que asisten a su iglesia y comunidad. Los he visto llorar y gemir con gran dolor cuando alguno de sus hijos se aleja de Dios y hace cosas que no debe. Aman como verdaderos padres, pues Dios les dio un corazón sensible lleno de amor por sus hijos.

Es importante y necesario que los creyentes se sientan y vivan como hijos espirituales, no ser solamente miembros o parte de una iglesia. Es ver al Pastor de la Casa como nuestro Padre Espiritual. Es sentirnos hijos, dispuestos a dejarnos guiar y a seguir la visión de nuestro Pastor.

Dios desea establecer una relación paterno filiar en la Casa. El Pastor como padre y los miembros de la Casa como hijos fortalecerán sus lazos de amor y respeto para proclamar la verdad de Cristo a aquellos que aún no han aceptado a Cristo como su Salvador. Estableciendo este tipo de relación en la Casa se crearán lazos espirituales que nada ni nadie podrán deshacer. Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? Nada podrá separarnos del amor de Dios, ni del amor que sentimos por nuestros padres espirituales. La familia permanecerá unida en todo momento por cuanto se ha establecido una relación fuerte y poderosa para la gloria del Reino.

Públicamente quiero agradecer a mi Padre Espiritual por su amor, por sus enseñanzas, por su paciencia y por desarrollar en nosotros el carácter de Cristo. Gracias por hacernos participe de su visión y gracias por permitirnos a sus hijos, desarrollar nuestra madurez espiritual. Gracias por compartir a su familia, esa que Dios le dio en el plano terrenal. Son una familia hermosa llenos de amor, alegría y sobre todo de la gracia de Dios. Gracias por sus consejos tan a tiempo y gracias por trabajar tan fuertemente para el Reino. Dios está con usted y verá grandes cosas por cuanto ha puesto su mirada y confianza en el Gran Yo Soy.

Cubramos a nuestros pastores en oración, sigamos su visión, respetemos sus decisiones y permitamos que sean nuestros guías en el caminar de la vida cristiana. ¡Gracias Dios por bendecirnos doblemente, tenemos un Padre Terrenal y un Padre Espiritual! ¡Gracias Dios porque ambos quieren lo mejor para nosotros y desean al igual que Tú OH Dios, vernos bien y felices! ¡Te amamos Dios!


¡Bendecidos!
Por: Débora E. Portalatín ©

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