martes, 8 de septiembre de 2009

Sentir a Dios

Job 42:5
De oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven.

Romanos 8:35
¿Quién nos separará del amor de Dios? ¿Tribulación o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Sentir a Dios, es un tema para muchos delicado y hasta filosófico. No pretendo hablarte de filosofías terrenales, quiero hablar del eterno poderío de Dios.

Al aceptar a Cristo como tu Salvador y Señor estás dando un gran paso de fe, de amor y esperanza. Desde ese mismo instante comienzas a sentir a Dios en tu vida. Su paz inunda todo tu ser y comienzas a ver las cosas desde una perspectiva diferente.

¿Qué pasaría si dejarás de respirar por minutos? Indudablemente morirás, así mismo sucede cuando no sientes a Dios por algunos minutos, indudablemente mueres al gozo y a la paz que sólo el puede dar. Tú no puedes ver el aire, pero lo sientes constantemente ya sea en forma apacible o como fuerte viento. Dios está en todo momento dentro de ti y a tu lado, unas veces puedes sentirlo apaciblemente y en otras ocasiones sientes que te estremece con su voz y su presencia.

Sentir a Dios es despertar escuchando el canto de las aves, es mirar al cielo y ver su inmensidad y allí estás tú observando la grandeza de la creación. Sentir a Dios es recibir el abrazo tierno de un padre o madre, es poder recibir su bendición en todo tiempo, es observar en sus miradas el tierno amor de Dios. Sentir a Dios es ver a tus hijos todos los días, es besarlos, amarlos y mimarlos no importando la edad que tengan. Sentir a Dios es ayudar a tu prójimo cuando más lo necesita, sin que tenga que pedirlo. Es ofrecer una sonrisa a los demás demostrando que Dios vive y mora en ti. Es demostrar el amor de nuestro Rey en todo tiempo y en todo lugar.

Cuando separas tiempo para estar a solas con Dios puedes sentirlo. En el momento de oración, de hablar con el Rey de tu vida puedes sentir su presencia como te ministra, como activa tu espíritu para que puedas hablarle con sinceridad y con el poder que sólo el nos da. Cuando lees la Biblia puedes sentirle, es sorprendente ver que al leer cada pasaje bíblico se abre en tu mente el entendimiento espiritual y ves cosas que antes no veías. Ves como las palabras cobran vida para ministrar a tu vida y a la vida de otros. Toma de tu tiempo para leer la Biblia, verás que te maravillarás de las grandezas de Dios y de su inmenso amor demostrado desde antes del principio de la humanidad.

¿Cuántas veces le pides a Dios algo tan sencillo como un estacionamiento?, tienes prisa y necesitas hacer las cosas rápidamente. El no tener un estacionamiento te atrasa y cuando llegas al sitio, allí está el estacionamiento, es Dios trabajando a tu favor. Sentir a Dios es ver en cada cosa y en cada lugar a Dios obrando por pequeñas que parezcan las cosas.

Sentir a Dios es amarlo con todo tu corazón aún cuando las circunstancias no parezcan favorables, sabiendo que a los que aman a Dios todas las cosas obran para bien. Sentir a Dios es depositar nuestras cargas y esperar pacientemente en Él. Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios.

El amor de Dios, amor como ese ninguno, es tan especial, tan tierno y tan fuerte a la vez. Es un amor que sobrepasa todo entendimiento. Cuando sientes el amor de Dios en ti, dirás como dijo Job, “de oídas te había oído pero ahora mis ojos te ven”. Cuando sientes a Dios, tus ojos espirituales son abiertos a todas las cosas que Dios hace por ti. Podrás entender que nada en tu vida sucede por casualidad, en todo hay un propósito divino y que tu nombre está escrito en el corazón de Dios.

Cierra tus ojos terrenales y siente el amor de Dios. Entenderás que en cada segundo de tu vida, ahí esta Dios. Piensa en tus padres, piensa en la sonrisa de un niño, observa la naturaleza, observa a tus hijos, piensa en la maravilla de dar vida. En todo esto y en todo lo que te rodea, tienes que reconocer que ahí está DIOS. Sentir a Dios es hermoso, saber que en todo tiempo está en nosotros y con nosotros es maravilloso. Es imposible decir que no lo sientes, porque en cada detalle de la naturaleza, ahí Él está, en la alegría de tu corazón, ahí Él está y en tu caminar por la vida, siempre está a tu lado. ¡Vivir es sentir a Dios!

¡Hermoso Día!
¡Bendecidos!

Por: Débora E. Portalatín ©

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