domingo, 27 de septiembre de 2009

Declara tu Milagro


Marcos 10:46-52 (Reina-Valera 1960)


El ciego Bartimeo recibe la vista

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir:!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más:!Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

¿Cuánto tiempo has estado sentado escuchando que Jesús puede transformar tu vida y convertir tu problema en un gran milagro?

Muchas veces pasamos por dificultades, enfermedades y crisis las cuales sabemos que humanamente son imposibles de resolver y escuchamos y hasta tenemos la certeza de que Jesús puede hacer un milagro con la situación pero como no vemos con nuestros ojos carnales lo que estamos esperando solemos quedarnos sentados en el mismo lugar con nuestras bocas cerradas.

Este hombre, Bartimeo, era ciego. Nunca había visto a Jesús pero sí sabía que él tenía el poder de hacer milagros y de devolverle la vista. Bartimeo tan pronto escuchó que Jesús se acercaba, dice este pasaje que comenzó a gritar pidiéndole a Jesús que tuviera misericordia de él. La gente que estaba a su alrededor lo mandó a callar y fue entonces cuando más fuerte clamaba a Jesús pidiendo misericordia.

Me pregunto; ¿Qué sería lo que hizo Bartimeo que llamó la atención del Maestro para que éste se detuviera? Bartimeo clamó con todas sus fuerzas. Bartimeo no se dejó intimidar por los que estaban a su alrededor mandándole a callar y luchó por su bendición. Él aprovechó el momento. Jesús escuchó el clamor de este hombre y le pregunta a Bartimeo ¿Qué quieres que te haga? Usted dirá, pero, ¡Dios todo lo sabe, él sabía que el pobre hombre era ciego! Sí...ciertamente Jesús sabía que Bartimeo era ciego, pero Bartimeo tenía que declarar con su boca su bendición, tenía que pedir específicamente lo que deseaba del Maestro.

Ciertamente Dios conoce cada una de nuestras necesidades, pero como nuestro Padre, desea que vengamos a él con fe y le pidamos específicamente lo que deseamos que él haga. Hay una diferencia entre pedir y clamar. Cuando clamamos lo hacemos con súplica, entregando nuestro corazón y creyendo que será hecho. Dios desea que abras tu boca y le digas lo que estas esperando, que le digas cómo se llama ese milagro que tanto anhelas.

Entonces, ¿Qué vas a hacer? ¿Te olvidarás de todo y todos y clamarás con fe al Maestro por tu milagro? El Maestro está pasando por tu lado, abre tu boca y clama con todas tus fuerzas y pídele misericordia, dile a Jesús lo que quieres que él haga contigo y ten la certeza de que verás el milagro en tu vida. Una de las promesas que encontramos en Su Palabra en Jeremías 33:3 es “Calama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” La Palabra de Dios es fiel y verdadera y si él te dice que le clames, es porque él te va a responder.

Levántate y lucha por tu bendición. Clama al Hijo de David y pídele misericordia y recuerda que sus misericordias son nuevas cada mañana y que si clamas con fe recibirás el milagro que estás esperando. Decláralo con tu boca. El Maestro está pasando por tu lado. Este es el tiempo de tu milagro. Dios te bendice.

Enid Damaris Zamora ©

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