miércoles, 15 de julio de 2009

Activando el Poder de Dios


Curación de un cojo

Hechos 3:1-10

1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9 Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.


Luego que Jesús resucitó y ascendió al cielo, tal y como él le había dicho a sus discípulos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y derramó su poder en ellos. De ahí en adelante comienza el trabajo que fue encomendado por Jesús antes de subir al cielo; la Gran Comisión, exparcir el mensaje de salvación a toda criatura.


En este pasaje vemos cómo Pedro y Juan revestidos del poder del Espíritu Santo, activan la Palabra decretada por Jesús cuando les había dicho que cosas mayores de las que habían visto mientras anduvieron con él ellos harían en Su nombre. Este hombre el cual era cojo de nacimiento era llevado todos los días al templo a pedir lismosna a los que allí entraban, ya era su costumbre el pedir para su sustento debido a su condición física.


Me imagino que aquel hombre vivía día a día acostumbrado a su situación y esperando que al menos algunos de los que le pasaban por el lado tuvieran compasión de él. Pedro y Juan llegaron a la puerta del templo y encontraron a este hombre el cual les pidió una limosna, esperanzado que estos dos hombres se compadecieran de él y les diera lo que pedía. Pero ese día, aquel cojo recibió más que una limosna. Pedro y Juan no tenían dinero para darle, pero de lo más grande que habían adquirido, de eso le dieron. Activaron su fe y el poder dado por el Espíritu Santo y con toda la autoridad que les fue dada por Jesús y en Su nombre declararon sanidad en la vida de aquel cojo el cual se levantó y pudo glorificar a Dios en medio de su milagro.


Nosotros como hijos de Dios,al igual que Pedro y Juan, tenemos el poder que nos ha sido dado por medio del Espíritu Santo para declarar vida y sanidad en nuestras vidas y en la de los demás. Sé valiente, activa tu fe y declara con tu boca la Palabra que ya fue decretada para ti y verás cosas grandes ocurrir en tu vida. Dios te bendice.


Enid Damaris Zamora ©

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