martes, 7 de julio de 2009

Alcanzando su Manto



La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús
(Mt. 9.18-26; Mr. 5.21-43)
40 Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban.41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo.Y mientras iba, la multitud le oprimía. 43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. 47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. 48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. 49 Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro. 50 Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva. 51 Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña. 52 Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme. 53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta. 54 Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate. 55 Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer. 56 Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. Lucas 8"40-56
Este pasaje de la hija de Jairo y la mujer del flujo de sangre es uno de los pasajes que más utilizo cuando tengo que darle palabras de aliento, de fe y esperanza a una persona que se encuentra enferma y agobiada por su enfermedad. Padecer una enfermedad terminal, o tener a algun familiar en condición crítica es algo doloroso y agobiante y muchas veces frustrante al sentirnos impotentes de ver a nuestro ser querido sufriendo y no poder hacer nada por ayudarle.
Pero hay algo que hace la diferencia en estos dos casos presentados en este pasaje bíblico. El padre de la muchacha enferma y la mujer del flujo de sangre tuvieron un encuentro con Jesús y ambos tuvieron fe y alcanzaron misericordia. La muchacha fue sana y resucitada por la fe de su padre y la mujer del flujo de sangre luchó contra todo obstaculo por alcanzar su sanidad, ella sabía y confiaba que con tan sólo tocar el manto de Jesús sería sana, y por su fe recibio sanidad.
En lo personal he tenido la maravillosa experiencia de sentir esa sanidad, tanto en mi vida como en la vida de seres queridos. No se cual pueda ser el nombre de tu enfermedad, puede ser física, emocional o hasta espiritual. Lo que sí te puedo garantizar es que si declaras con tu boca asi como declaró aquella mujer, y extiendes tu mano hacia el manto del Maestro, encontrarás esa sanidad que tanto necesitas. Sólo confía en Él y declara solo cosas positivas para tu vida y la de tu familia. Activa tu fe, obedece y verás como Él se glorificará en tu vida. Dios te bendice.
Enid Damaris Zamora ©


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