martes, 20 de octubre de 2009

¡Reverdece!


Salmo 90:14


14 Sácianos por la mañana con tu misericordia,y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.

¡De la mano de Dios, declarando que este día será uno de grandes bendiciones, de palabra de unción para tu vida y de paz!

Hace varios días he estado observando una planta que en sus tiempos fue muy hermosa. Todos los días para llegar a mi hogar tengo que pasarle por el lado. Es más por meses, saque tiempo para podarla, echarle agua y cuidarla. Pero por quedar precisamente dos pisos más abajo de donde vivo, me cansé de subir y bajar dos o tres veces tantas escaleras con envases llenos de agua para cuidarla. Así que un buen día simplemente la deje de mano, mirando poco a poco como se secaba y perdía su esplendor. Para mi sorpresa, esta semana en la mañana nuevamente vi una primera hoja pequeña, verde y por cierto muy hermosa. Y así cada nueva mañana una nueva hoja y créanme hay más hojas y la planta ha comenzado a reverdecer. Yo haré nuevamente mi parte, no esperaré por nadie para que la cuide y la mime, ¡yo lo haré! ¡Así son las maravillas de nuestro Rey! El cuida de cada detalle de la naturaleza, cuida de cada detalle de tu vida.

Muchas veces el afán de la vida diaria nos lleva a descuidar progresivamente nuestra intimidad con Dios. Podría enumerar muchísimas excusas que nos ponemos a nosotros mismos, por no tener la valentía de ponerlas a los pies de Dios. Dejar secar la planta por no subir y bajar muchas escaleras fue mi excusa en lo físico, ¿pero que excusas puedes tener para que tu comunión con Dios se vea afectada y hasta tu espíritu se seque por no vivir una vida con propósito? El trabajo, la casa, los hijos, los problemas, la economía del hogar y muchos más.

Poco a poco, sin darte cuenta tu intimidad con Dios se va secando, sus hojas se van cayendo y tu árbol plantado va muriendo sin darte por enterado. Dejas de orar, dejas de congregarte, dejas de ayunar y hasta dejas de contestarles el teléfono a tus Pastores y familia en la fe. Tu vida espiritual se ha secado y perdiste todo lo hermoso que Dios en su misericordia de había dado. Pasado el tiempo te das cuenta que tu vida espiritual se ha secado y que dentro de ti hay un vacío que nada ni nadie puede llenar. ¡Hay esperanza! ¡Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana!

¡Alégrate! Porque al igual que la planta que hay en la jardinera del edificio en el que vivo, Dios tiene cuidado de ti y te mira con ojos de amor y misericordia. Él no te ha dejado, sigue al pendiente de ti y los tuyos. Sólo espera que tornes tú mirada el Él y al igual que el salmista en el Salmo 121:1-2 digas, “Alzaré mis ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro. Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra”. Estos versículos te invitan a quitar tu mirada de todo lo que terrenalmente te rodea. Te invitan a remontar tu mirada más allá de los montes, porque es allí en el ambiente espiritual donde está tu fortaleza y tu bienestar.

En la antigüedad, según indica el Dr. Samuel Pagán en su exposición sobre este salmo, las montañas eran símbolo de esperanza, de triunfo, sabiduría, prudencia, victoria, poder y gloria. Alza hoy tus ojos a los montes y busca intensamente el triunfo, la esperanza y poder y la gloria de Dios para tu vida.

No esfuerces tu pensamiento en lo ordinario, esto es lo usual, lo que vives todos los días. Fija tu mirada en lo extraordinario, en lo que Dios hace por ti día a día. Reverdece, vuelve tu mirada a Dios. Busca a Dios y su presencia continuamente, no dejes de insistirle, nuestro Dios esta ahí para atender tu súplica y clamor. Reverdece, declara en la mañana al despertar que nuevas son las misericordias de Dios, canta con gozo y alegra todos tus días porque haz decidido reverdecer.

Cuando sientas que pierdes fuerzas, que tu vida espiritual necesita ser regada con la lluvia fresca de Dios, cuando pienses que Dios se ha alejado, detente, calla y escucha a Dios. Él hablará a tu vida y te mostrará el camino correcto que debes seguir. Ora, ora y ora, no desmayes.

Dios es bueno y lo que desea para todos nosotros es que tengamos una vida maravillosa llena de su amor y su bondad. Vive en fe, trabajando para el reino y viviendo en el propósito que Dios tiene para tu vida, al igual que la planta del edificio en el que vivo, tu vida espiritual comenzará a reverdecer y serás pronto como nos indica Jeremías 17:8 “Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. Y también como declara el Salmo 1:3 “Serás como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”. ¡Reverdece! ¡Dios está contigo siempre!

¡Reflexiona!

Estabas esperando, tierra mía, la lluvia
que te reverdeciera.
Fuiste amarilleándote, secándote,
hasta no entender nada y enterrarte en ti misma.
Hoy llueve y llueve y llueve, y hoy verdean
las yerbas que un aliento de viento suave mueve.
¡Y hoy quiero, tierra mía, reverdecer contigo,
y como tú asomarme por fuera de mí mismo!

Javier Aguirre Ortiz (1989).

Por: Débora E. Portalatín Rosario

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