miércoles, 14 de octubre de 2009

Paz


Juan 14:27
27 Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.

El mundo del Siglo 21 grita por PAZ. Nuestro planeta sufre intensamente por problemas económicos a nivel mundial, sufre por criminalidad y por guerras. El hambre acaba con países llamados subdesarrollados y todos al unísono anhelamos y oramos por paz.


Pero ¿qué realmente significa la palabra paz? ¿Por qué todos quieren paz pero no la consiguen?


Según www.wikipedia.com la palabra paz deriva del latín pax. Es generalmente definida, en sentido positivo, como un estado de tranquilidad o quietud, y en sentido opuesto como ausencia de quietud, violencia o guerra.


Desde el punto de vista del Derecho internacional, y por extensión de la definición anterior, el término Paz en un convenio o tratado que pone fin a la guerra. Puede hablarse de una paz social como entendimiento y buenas relaciones entre los grupos, clases o estamentos sociales dentro de un país. En el plano individual, la paz designa un estado interior, exento de cólera, odio y más generalmente de sentimientos negativos. Es, por lo tanto, deseada para uno mismo e igualmente para los demás, hasta el punto de convertirse en un saludo (la paz esté contigo) o una meta de la vida.


Partiendo de esta definición tan detallada podemos entender que es muy difícil tener paz en cualquier ambiente, situación o ámbito. La paz es mucho más que una definición, es una forma de vida, es una forma de ser.

Los Líderes Mundiales buscan paz cuando en su interior como individuos viven torbellinos de contradicciones, de odio y violencia. Hacen un llamado a la paz cuando realmente provocan confrontaciones y guerras. No tienen a Dios en su corazón o pensamientos por tanto no pueden conocer el verdadero significado de la paz.

Nuestro país vive momentos muy difíciles, momentos de tensión y dolor. La paz que hoy pide a grito nuestra gente depende de circunstancias externas, depende de decisiones que han tomado o puedan tomar nuestros líderes. Pero a pesar de un panorama tan confuso, tengo que decirte que la verdadera paz proviene de Dios, en Juan 14:27 Jesús le dice a sus discípulos y hoy a ti y a mi “Mi paz os dejo, mi paz os doy”. La versión bíblica que hoy utilizamos nos dice pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo, ¡Gloria a Dios!

La paz que proviene de Dios no depende del mundo físico, no depende del ambiente natural que nos rodea. Depende de nuestra relación con Dios, depende de nuestra fe. Hebreos 11:1 nos dice “Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Puede que estemos viviendo momentos difíciles pero nuestra fe en el Gran Yo Soy nos hace ver más allá de lo que nuestros ojos naturales ven, nuestra fe en Dios nos hace entender que a pesar del hoy, de las circunstancias y de la oscuridad, hay paz en medio de todo ese proceso. La paz de Dios ya es nuestra. No es una paz externa, pero sí la paz que proviene de Dios, aquella que en medio de todo nos hace sonreir, adorar y alabar. Nos da la gran esperanza de una verdadera paz, tanto interna y que podremos proyectar externamente, porque tenemos a Dios en nuestras vidas.

No estoy hablando de la paz que sale de la boca para afuera, porque el mundo lo que te ofrece es eso precisamente, una paz momentánea, un jueguito del enemigo para confundir tu vida y hacerte creer que sin Dios puedes tranquilo. No es así, la verdadera paz viene de nuestro Rey y Señor. Una paz que sobrepasa todo entendimiento, que aunque todo parece caer encima de ti, tú estarás tranquillo porque tienes la paz que sólo Dios puede dar. Luego, en ese mismo versículo en Juan 14 nos dice “No estéis, pues, preocupados ni temerosos”, Entiendes lo que realmente significa esas palabras tan poderosas de Jesús. Sí, tenemos la paz de Dios, nos dió ese hermoso regalo y lo dejó en nuestros corazones, si nos otorgó el derecho a la paz entonces no hay porque preocuparse, porque Él tiene el control, en el Kairos de Dios todo será puesto en su lugar. No hay porque estar temerosos o preocupados porque Dios nos ha dejado su paz. Él tiene el control de todo y escucha tus oraciones, simplemente creéle y vive caminando hacia tu victoria, pero hazlo en paz, aquella que Dios nos ha dado.

Hoy debes vivir confiado en que todas las promesas que Dios ha dado en su palabra son tuyas, debes vivir sabiendo que nada escapa de sus manos, que Dios tiene el control, no te preocupes, no se turbe tu corazón. Mientras esperas, trabaja y controla tus emociones, ¡Vive en la paz de Dios!

Sabes, la paz de Dios nunca nos dejará. Pueden haber guerras, rumores de guerra, confrontaciones, problemas económicos, traición, dolor o muerte, pero sabes que Dios no te dejará, su paz está en los más íntimo de nuestro ser. Esa paz que sólo Dios puede dar nos da la seguridad de que no estamos solos y que el momento de angustia terminará.

Haz tuyas estás palabras que hoy Dios te ha regalado, no mires el hoy, sin ver la mano de Dios en todo lo que acontece. No sientas miedo Dios nos ha regalado su paz, su amor y la fe para que tengas esperanza de una vida plena en Cristo Jesús. ¡Camina en victoria hacia tu milagro! ¡Vive tranquilo, porque tienes en ti la paz de Dios!

¡Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos!

Clamemos y oremos a Dios por Puerto Rico, por nuestra gente y por nuestros gobernantes. Clamemos para que nuestra gente linda vuelva su mirada a Dios y busquen la paz que sólo Dios puede dar.

La palabra de Dios es clara y nos dice en 2 Crónicas 7:14, “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." Clamemos a Dios para que sane nuestra tierra, que su paz sea real en nuestro pueblo y que volvamos a ser la Isla del Cordero. Pueblo de Dios, clama a Dios, nuestro pueblo necesita de Él. Nuestra gente necesita la paz de Dios en sus vidas. Tenemos la autoridad para decretar a Puerto Rico una tierra en la que abunde y aún más en la que se desborde el amor y la paz de Dios.

¡Sean Bendecidos Poderosamente!
Por: Débora E. Portalatín Rosario



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.