martes, 30 de junio de 2009

El Inmenso Amor de Dios



"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él." Juan 3:16-17




Desde el principio de la creación del mundo y del ser humano, podemos leer en la Palabra de Dios cuán grande e inmenso fue su amor por lo creado que ubicó al hombre en un lugar maravilloso, el Huerto del Edén, en donde el hombre era dueño y señor de todo lo que allí había pues Dios le había dado autoridad sobre todo. Cuando se habla del mundo, se habla de todo lo creado por Dios, pero específicamente del hombre o ser humano.




Ya sabemos que el hombre debido a la tentación de Satanás, desobedece a Dios, perdiendo entonces así todos los privilegios que le habían sido otorgados. Pero Dios, nuestro Padre y Creador, en su infinita misericordia le dió la oportunidad al hombre (nosotros) de arrepentirse de su maldad y de sus pecados sacrificando así a su único hijo el cual murió derramando su sangre en la cruz del calvario por amor a este mundo.




Él envió a su hijo a morir por ti, pero dice este texto de Juan que para poder recibir el perdón mediante ese sacrificio y alcanzar esa vida eterna hay que creer en él. Dice el texto que Dios no envió a su Hijo a condenarte, si no a ofrecerte salvación y vida. Quizás no puedes entender cuan enorme sacrificio el que hizo Dios. Quizás piensas que no eres digno de recibir ese perdón y que Dios no te ama porque vives una vida sumergida en pecado y desobediencia. Dios ama a todas sus criaturas, lo que aborrece es el pecado. Dios ama al pecador, él vino a buscar lo que se había perdido y por ello envió a su hijo a morir en la cruz.




Dios no rechaza un corazón dispuesto a hacer su voluntad y a obedecerle. Simplemente comienza dando el primer paso, reconociendo que el pecado que habita en tu ser, arrepintiéndote y aceptándole a su Hijo Jesús como tu único y personal Salvador. Del resto se encargará el Señor. El se encargará de sanar y resataurar lo que haya roto en tu vida. Sólo créele a él y alcanzarás vida en abundancia, refugio en las dificultades, paz en medio de las tormentas, susutento en tiempos de escacés y agua para saciar tu sed en todo momento. Es tan simple como abrir tu corazón y decirle: "Señor, aquí estoy, límpiame, pérdoname, estoy arrepentido de mis pecados y de ahora en adelante quiero que tu hogar sea mi corazón." Recibe su paz, recibe su amor. Dios te bendice.




Por: Enid Damaris Zamora ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.