domingo, 14 de junio de 2009

Floreciendo en el Desierto


Floreciendo en el Desierto es el título que le di a mi testimonio la primera vez que Dios me dio la oportunidad de compartirlo en público y mediante el mismo ministrarle a un grupo de mujeres que se encontraban en un retiro. Hoy no voy a contarles el testimonio completo, pero sí deseo compartir lo que aprendí duarante ese desierto.

Hay cuatro cosas importantes con las cuales el Señor trabajó en mi vida mientras cruzaba mi desierto. La primera de ellas lo fue el perdón. Descubrí que el perdón es la herramienta primordial y esencial para comenzar un proceso de sanidad. La Palabra de Dios dice en 2 Corintios 2:11 que debemos perdonar para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros. En el proceso aprendí a perdonar de corazón y no de palabra. El perdón tiene poder para sanar nuestras heridas aún cuando pensemos que lo que nos hicieron fue injusto, pero cuando perdonamos de corazón y dejamos que sea el Señor quien pelee por nosotros y sane nuestras heridas encontramos la libertad. Nadie puede ser libre viviendo con rencor en su corazón. El perdonar es un mandato divino y la recompensa es mucho mayor. Aprendí que por mis propias fuerzas no lo podía lograr, humanamente no estamos capacitados para hacerlo, pero con la ayuda y el poder del Espíritu Santo lo podemos lograr, y yo lo logré. Para poder perdonar hay que amar, y para poder amar hay que tener a Dios en el corazón.

Lo segundo que aprendí fue a amar y a humillarme. Miqueas 6:8 dice: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti, solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios." Si quería ser libre, sabía que tenía que cumplir con su Palabra; amar aún cuando por dentro de mí sabía que no era justo, pero me rendí y me humillé ante mi Dios, reconociendo que él tenía todo bajo control y me cubría con sus alas de amor. Doblegar el orgullo y obedecer fue lo que me trajo bendición.

Lo tercero que aprendí fue a depender únicamente de Dios. Esta fue la parte del proceso más difícil. La soledad es mala y cuando estamos vulnerables y solos pueden acercarse personas con las mejores intenciones, pero si no tenemos control y desviamos la mirada de Aquel del cual debemos depender en primer lugar, podemos llegar a recibir heridas muy profundas. Aprendí durante el proceso,luego de recibir muchas heridas, que mi dependencia total es en Dios.

Lo cuarto que aprendí fue a confiar. Toda mi vida he sido cristiana y he vivido declarando que mi confianza está puesta en mi Dios. Pero a veces en nuestra humanidad el temor nos asecha y aún declarando nuestra confianza en él, vivimos con temor. Al principio del proceso, en medio de la crisis, me postré delante del Señor en el altar de la iglesia y le entregué a mis hijos, hice un pacto con Dios y le dije que se los entregaba para que los usara en el ministerio a cambio de que me diera vida y salud para poder cuidarlos y verlos crecer, pero aún así, seguía teniendo temor, hasta que un día Dios me dijo: ¿Por qué dice que confías en mí y vives con miedo?, y me llevó a Su Palabra en Proverbios 1:33 "Mas el que me oyere (obedezca), habitará confiadamente, y vivirá tranquilo, sin temor al mal." En ese momento comprendí que mientras me mantenga obediente a su Palabra no tengo por qué temer y desde entonces vivo tranquila.

Fueron cuatro años de mucho dolor y muchas lágrimas dentro del desierto, pero en todo momento estuvo la nube de Dios dirigiéndo mis pasos, la columna de fuego alumbrando mi camino, el maná del cielo alimentando mi espíritu y el agua de la roca saciando mi sed. También desde entonces han sido los años más felices de mi vida, pues es cuando más cerca he estado de mi Dios. Hoy puedo decir que en medio del dolor y la angustia mi Dios ha sido y será mi consuelo. Vivo declarando con mi boca las bendiciones y promesas que él tiene para mí y mis hijos y hoy día estoy recogiendo la cosecha que con tantas lágrimas sembré.

Decidí contarles parte de mi testimonio como comienzo de este "Blog", pues deseo que sepan cuan agradecida estoy de mi Dios y de su fidelidad, y espero que todo lo que aquí se escriba sea de edificación a sus vidas. Ciertamente todo obra para bien a los que aman a Dios.

No importa las situaciones, ni cúan grande pudiera ser el desierto que pases en tu vida, mientras confíes y le obedezcas, saldrás en victoria y llegarás renovado, con un nuevo cántico en tu boca a la Tierra Prometida. Dios te bendice.

Enid Damaris Zamora ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.