martes, 23 de junio de 2009

Calmando la Tempestad




"Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron diciendo:¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué temeis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? Mateo 8: 24-27




Muchas veces como cristianos pregonamos y le decimos a otros cuanta confianza tenemos en que Dios siempre está con nosotros. Navegamos por la vida seguros de que nuestra barca está segura porque su capitán tiene todo bajo control. Pero de momento, cuando menos lo esperamos, las olas comienzan a ser cada vez más altas y más fuertes, y nuestra barca comienza a tambalearse de un lado para otro. Entonces nos asombramos y nos desesperamos por que antes de sarpar habíamos visto que las condiciones del tiempo iban a estar perfectas para nuestro viaje. Pusimos toda nuestra confianza en el capitán y en el pronóstico del tiempo.




Nuestras vidas son semejantes a una barca, nosotros somos los marineros que guiamos esa barca a través del tiempo. Todo marinero se deja llevar por las órdenes de un capitán. Nuestro Capitán es nuestro Señor Jesucristo, que al igual que estuvo con sus discípulos en medio de aquella tempestad, está con nosotros dándonos el poder por medio de su sangre y su Espíritu Santo, para cuando vengan los vientos y la tempestad puedas decirles con toda autoridad que se calmen.




Ahora bien, ¿Cuán grande es la fe que tienes puesta en tu Capitán? Jesús desea siempre estar en tu barca, y si así lo crees, así es. Pero eres tú quien debes de reconocer que en medio de la tempestad no tienes porqué temer, pues él te ha dado las herramientas y el poder necesario para decirle al viento y al mar...¡Cálmate!.... Activa tu fe, enfrenta la tempestad como un marinero adiestrado por el mejor de los capitanes y recuerda...aunque pienses que el Capitán está dormido...él siempre está listo para socorrerte. Dios te bendice.




Por: Enid Damaris Zamora ©

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