martes, 3 de noviembre de 2009

En Su Presencia Hay Plenitud de Gozo


Lucas 10:38-42 (Reina-Valera 1960)
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.


Salmos 16:11 (Reina-Valera 1960)
11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.

El afán, el trajín diario, las preocupaciones, los deberes obligatorios de la vida cotidiana y un sin número más de circunstancias en muchas ocasiones pudieran desenfocarnos de lo que realmente tiene valor y sentido en nuestras vidas. Este pasaje de hoy lo podríamos aplicar a muchas áreas de nuestra vida, pues la enseñanza que nos brinda es una manera de abrir nuestros ojos espirituales para poder discernir y ver si realmente le estamos dando a Jesús la prioridad que él merece en nuestras vidas.

Fijémonos que en este pasaje de Lucas, Marta y María reciben a Jesús en su casa. Me imagino la emoción que tendrían de tener al Maestro sentado en su sala enseñándoles. Pero una de ellas afanada por servir o atender en lo material al Maestro, (y pudiera interpretar que lo que anhelaba su corazón era ser hospitalaria y atenderle como solemos atender a nuestras visitas, pero en este caso tratándose de un visitante tan especial, imagino que Marta se encontraba muy afanada y desesperada por brindarle lo mejor al Maestro) pierde su enfoque tratando de servir y agradar, olvidándose de que estaba frente a la presencia del Señor y que lo que éste deseaba más allá que ella le sirviera en lo material era que disfrutara estar ante Su presencia y le escuchara.

Muchas veces en nuestras vidas espirituales sin darnos cuenta y sin querer, nos sucede lo mismo. Nos afanamos trabajando en la obra del Señor, haciendo mil cosas hasta el punto de que sin darnos cuenta se nos olvida lo más importante, nuestra relación íntima con el Señor. No quiero que me mal interpreten, sí es bueno trabajar para el Señor, sí es bueno participar en las actividades de la iglesia, sí es bueno compartir con nuestro hermanos en la fe, pues todo esto es parte de lo que el Señor desea que hagamos por su obra. Pero las actividades que hagamos en el nombre de Jesús, para su iglesia y su obra, nunca deben reemplazar el tiempo de adoración y comunión con él. No basta sólo con participar del culto en la iglesia, Jesús desea intimar con nosotros y en medio de nuestro trajín diario debemos hacer un alto y entrar ante su presencia. No debe de haber nada más importante en la vida de un cristiano que pasar tiempo ante la presencia del Señor. Él desea que además de pedirle que reine y more en nuestro corazón, nos sentemos a sus pies así como lo hizo María y podamos disfrutar de la plenitud de gozo que hay al estar ante su presencia.

He escuchado muchos testimonios y anécdotas de líderes que han pasado por estas circunstancias, no estamos exentos, pues en nuestro furor, en nuestro celo por darle a nuestro Dios lo mejor pudiéramos llegar al punto de quizás no dejar de intimar con el Señor, pero quizás sí de restarle al tiempo que él merece. Ciertamente la mies es mucha y pocos los obreros dice su Palabra y el trabajo hay que hacerlo, pero mantengámonos enfocados primeramente en entrar ante la presencia de nuestro Señor y luego en el resto del trabajo. Dios conoce nuestras circunstancias y él conoce nuestros afanes y trajines, pero lo más hermoso es que también conoce nuestros corazones.

Sirvamos en nuestras iglesias con alegría, hagamos el trabajo que Dios haya puesto en nuestras manos hacer, pero estemos pendientes de no desenfocarnos y olvidarnos que Jesús está ahí mirándonos y esperando que le prestemos atención. Démosle a él las primicias de nuestro tiempo cada día y aún en medio del afán del día, mantengamos nuestra mente y pensamientos conectados con él. ¡En tu presencia Señor hay plenitud de gozo!


Dios les bendice.
Enid Damaris Zamora

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